El trabajo resume los avances obtenidos de la investigación realizada para la redacción del Plan de Rehabilitación Integral del Jardín Botánico de Maracaibo, planteamientos de los sub-proyectos y la puesta en práctica de obras de restauración, rehabilitación y reprogramación, desarrollados entre 2009 y 2014, que han permitido la reapertura parcial del jardín en su 30 aniversario.
Este jardín es único
en su estilo, entre otras cosas, por la evidente esencia de los autores Burle
Marx y Leandro Aristeguieta, quienes demuestran que la interdisciplinariedad
construye paisaje. Gracias a este enlace se crea un Jardín con alto valor
botánico-científico-artístico, que busca en primer lugar dar a conocer y
preservar el bosque seco tropical.
Estos valores
claman por intervenciones que en inicio se pautan bajo la posición de tomar en
cuenta los recursos de gestión y protección del patrimonio para la protección
de la belleza del carácter de los lugares y paisajes debido a su valor e
interés cultural, como rezan documentos de la UNESCO, Carta de Venecia, así
como la Carta de Florencia, como instrumento importante en la restauración y
protección de jardines. Esto sin dejar a
un lado el valor temporal, la indomable belleza de la naturaleza y un
ecosistema que no deja de expresar la inestabilidad y se toma como punto de
apoyo para la toma de decisiones, que comprende el paso y huellas del tiempo
como elemento indiscutible en la rehabilitación sobre un jardín de la
modernidad.
Así se inician
obras en 2012 con el Plan de la Fundación Jardín Botánico de Maracaibo y el
apoyo y patrocinio mixto. Desde noviembre de 2013 se toma un nuevo reto,
continuar las obras de rehabilitación, mientras se abre la ventana de apertura al
público, con la finalidad de complementar este paisaje, reconocer la flora y
fauna en su hábitat, para así lograr su conocimiento y preservación.
Carla Urbina1, María Villalobos2
1 Fundación
Jardín Botánico de Maracaibo: carla.urbina@gmail.com
2 Botanical City: contact@botanicalcity.org
Palabras
clave: Paisaje, Rehabilitación, Burle Marx,
Aristeguieta, Urbanismo Botánico
« Me resta el
recurso de divulgar, con todas mis fuerzas, el descalabro. Me resta la
oportunidad de que alguien con poder de decisión me escuche y, principalmente,
me resta la esperanza de una concientización del hombre de que él no es señor
de una naturaleza que no va a acabar nunca. Al contrario, depende de ella para
su equilibrio y su propia sobrevivencia[1]. » Roberto Burle Marx
1. INTRODUCCIÓN.
EL JARDÍN BOTÁNICO COMO UN SISTEMA DE ENCUENTROS, A TRAVÉS DE SU CONTEXTO HISTÓRICO, PAISAJÍSTICO INSTITUCIONAL.
Debemos a la conjunción
de Roberto Burle Marx y Leandro Aristeguieta y la invención del Jardín Botánico
de Maracaibo (JBM). Burle Marx, brasileño genio creador de invaluables
invenciones artístico-botánicas. Aristeguieta, hombre venezolano de
conocimiento y forjador de notables estructuras institucionales y científicas.
Roberto Burle
Marx (1909-1994), es reconocido en el mundo de las maneras más diversas. Unas
veces, como prolífico paisajista autor de más de 2.500 parques y jardines.
Otras veces como un apasionado por el descubrimiento y puesta en valor de la
riqueza botánica local, al punto que cerca de 53 especies vegetales están
ligadas a él o llevan su nombre. Algunos sectores que parecieran compartir una
percepción limitada de su obra, si bien la reconocen como única en su clase y
de relevancia mundial, se conforman con definirlo como pintor, quizá restando
valor u obviando factores importantes en la obra de alguien que además de
artista quería ser educador.[2] También
abundan expresiones más sentimentales, cargadas de afecto y gratitud como la
del "Jardinero de América", la cual fue asumida por los organizadores
de la exposición en celebración del Cincuenta Aniversario del Parque del Este
de Caracas (2012), en Caracas, Venezuela. Los mayores conocedores de su obra,
como Lauro Cavalcanti, lo califican como el inventor del jardín tropical.
Leandro Aristeguieta, fue un botánico
dendrólogo de la primera promoción de biólogos de la Universidad Central de
Venezuela (1950), en la que años más tarde fundó la cátedra de Arquitectura
Paisajista en la Facultad de Arquitectura; como líder institucional, fue
Presidente de la Academia Nacional de Ciencias Físicas, Matemáticas y
Naturales, así como de la Sociedad
Venezolana de Ciencias Naturales; como investigador, publicó numerosas obras
sobre la flora venezolana, entre los que destacan por ejemplo Árboles
Ornamentales de Caracas (1962). Hoy por hoy, la abreviatura "Aristeg". suele emplearse para
indicarlo como autoridad en la descripción y clasificación científica de
determinadas especies; como gerente, se apasionó por la implantación y mantenimiento
de espacios e instituciones para el estudio y exhibición de la riqueza botánica
del país; como biólogo conservacionista, participó en diversidad de proyectos,
especialmente en la ornamentación del Parque del Este en la Caracas de los años
cincuenta, donde ocurre la conjunción que determina
la invención del jardín que nos ocupa.
Cada uno en su búsqueda y desde sus ópticas botánicas
y artísticas, unen esfuerzos a finales de los años setenta, para la creación de
un jardín botánico en pro de la preservación de un tipo particular de
ecosistema que se encuentraba amenazado. Se trataba del Bosque Seco Tropical, el cual, en aquel momento, por un lado sufría amenazas botánicas
como consecuencia del indiscriminado crecimiento urbano de la Ciudad de
Maracaibo, mientras por otro lado, enfrentaba las consecuencias de una
percepción negativa generalizada de la sociedad para con su flora local. Tal situación y preocupación
botánico-cultural, claramente expresada por Aristeguieta en "Llegó la hora
de sembrar cujíes" (1980), encontró rápido eco en un Burle Marx que había
dedicado toda una vida a transmitir a través de su trabajo como la naturaleza,
especialmente la local, ofrecer a los ciudadanos, la oportunidad de descubrir
dimensiones inesperadas de sus propias identidades.
Sobrevenida tal conjunción de intereses y
voluntades, era menester articular el paisaje institucional que permitiera la
acción. En tal sentido, es en 1973 cuando se consolida la disponibilidad de los
terrenos para el desarrollo del JBM, en el corazón de la concentración de
Bosque Seco más importante de la región zuliana, en las proximidades del área
urbana de la ciudad de Maracaibo. Esto fue posible gracias a la primera
donación de terrenos realizada por parte de las compañias Shell y Maraven, a la
recién creada Fundación Jardín Botánico de Maracaibo (FJBM), una organización
sin fines de lucro y presidida en sus origenes por el Dr. Rafael Casas. Es
así como, tras casi una década de trabajo, ya para 1980 todo esta listo para la
inauguración del penúltimo jardín botánico construido en Venezuela y el último
jardín botánico que, junto a sus colaboradores de siempre, Burle Marx
ejecutaría en vida. Tal grupo incluyó a profesionales de la talla de José
Tabacow, Haruyoshi Ono, George Bunting, Robert Haywards, Ernesto Foldats, Pablo
Emilio Colmenares, Francisco Arboleda, Alicia Ferrer y Germán Ferrer, entre
otros.
No fue aquella una inauguración ordinaria, en
aquel momento presenciaba Maracaibo la creación de un jardín-escuela, de un
modelo de vida-escuela de subversivo poder. El acto de inauguración del JBM, el
24 de octubre de 1983, fue diseñado como la ceremonia de grado, de la que sería
la primera y única promoción de la Escuela de Horticultura del Zulia. Esta fue
concebida no con un elemento más en el programa del jardín, sino como la razón
de ser, el mecanismo de vivir y la misión de vida de esa nueva clase de jardín
botánico; donde el aprendizaje era pensando y motivado desde la acción y la
interacción con lo vivo; lejos de la lógica de un remoto y estático laboratorio
o biblioteca y cerca de una estética y una botánica en constante
transformación.
No obstante, tras un breve periodo
de esplendor sobrevino una historia de inestables permanencias, una secuencia
de vicisitudes, efímeros goces y dramáticas transformaciones físicas, botánicas
y programáticas. Es justo allí, en el encuentro con este jardín botánico, donde
germina la inquietud que funda el interés y experiencia del presente trabajo.
De la «ambigua melancolía » que sacude al verlo. En él, todo lo familiar a la
naturaleza y cultura tropical-amazónica y mágico-realista, puesto al servicio
del arte y de la ciencia, se encontraba trastocado, desatendido, desajustado,
al borde de la desaparición. Esta situación inducía una urgente perplejidad y
alarma ante lo ilimitado de las consecuencias que, en el paisaje cultural,
parece tener nuestra paradójica práctica constante de destrucción y
preservación de lo botánico-natural, de menoscabo y defensa de lo
artístico-cultural.
En el JBM, luego de años de
violencia institucional, abandono e incomprensión del valor del patrimonio
natural, una decisión intempestiva gubernamental, acabó por clausurar el jardín
en el 2011, queriendo convertirlo en parque de recreaciones acuáticas de dudosos
beneficios estéticos y científicos, que atentan contra el patrimonio que el
jardín representa. He aquí el primer gran reto, uno marcado por la inestabilidad
institucional de gran escala de aquellas organizaciones que, paradójicamente,
están llamadas a garantizar la permanencia de lo propio, lo familiar, lo
esencial.
El segundo
tipo de desafíos que enfrenta el JBM, viene marcado por las transformaciones
botánicas y estéticas que han ocurrido y ocurren, propias de la vida de una
naturaleza en reinvención constante. Allí los senderos
diseñados por Burle Marx habían sido cubiertos por una maleza en flor; las zonas
de vida destinadas a preservar especies locales, habían crecido y sobrepasado
su escala inicial; los espacios científicos del Cuadro filogenético, habían sido
reemplazados por plantaciones productivas de yucca filamentosa. En tal sentido, el sobresalto es aún mayor,
cuando constatamos que las circunstancias enfrentadas por el JBM, no son ni una
excepción ni una práctica pasada. Sobre este tema, algunas de las voces más
interesantes en el ámbito internacional son las de Giulio G. Rizzo[3] y
Rossana Vaccarino[4]. Ambos
se esfuerzan en invitar a trabajar en propuestas alternativas que incluyan los
múltiples retos que supone la preservación de la obra Burle Marx que, por
ejemplo, pocas veces dejaba registros fieles de lo que ejecutaba, pues creía en
la espontaneidad de la toma de decisiones en campo y en los cambios constantes
del proyecto.
El tercer tipo
de retos que enfrenta el JBM están relacionados a la ambigüedad de lectura de
la composición formal y de la experiencia cognoscitiva-artística. Este
sentimiento de confusión, de indeterminación, se ve acentuado por la condición
del jardín de obra inacabada o en continua construcción, como la naturaleza, como
un ser vivo. Si bien la mayoría del proyecto, que ocupa un área de 108ha, fue
realizado según las directrices de Burle Marx y sus colaboradores, existen
zonas en blanco y fragmentos inconclusos o destruidos, donde la lectura de los
bordes entre el proyecto original y la obra de la naturaleza en el tiempo son
casi imperceptibles.
Dados estos
retos: ¿Preservar significa restaurar el estado original? ¿De qué estado original se trata, cuando la
imposibilidad de reconstruir estados originales parece ser, no solo insalvable,
sino ajena a los principios de diseño del líder creador y sus colaboradores?
¿Cómo volver a lo «original» si las relaciones entre lo institucional, lo
artístico y lo botánico se han transformado? ¿Podemos partir de la necesidad de
un enfoque intermedio, dispuesto a preservar no el producto final, sino la
noción del jardín como «experiencia creativa» , es decir, una que cambia en el
tiempo guiada por principios fundadores? ¿Se detiene el legado de tales
principios en la frontera del jardín o sobrepasa, un tal legado, los límites
físicos ? He aquí los enigmas que guían el la investigación, el sueño y la
acción, en el JBM.
2. DISCUSIÓN Y DESAROLLO.
EL JBM COMO SISTEMA DE PAISAJE URBANO HACIA SU PRESERVACIÓN DE LARGA
DURACIÓN HISTÓRICA EN SU CONDICIÓN DE PAISAJE CULTURAL.
El JBM se concibió como espacio para la
biodiversidad, conservación, conocimiento e innovación que preserva y valoriza
especies nativas. En términos de organización, al
igual que el Parque del Este, las 108ha del JBM, se articulan según la
correspondencia ecológica de las especies. Si bien la paleta de hábitats
propuesta es diferente en cada jardín debido a su uso (uno como parque y otro
como jardín botánico), es compartida la lógica que permite exponer lo más
representativo de la flora y fauna de Venezuela. Así como también es compartida
la metodología utilizada, ya que el diseño de ambos jardines fue realizado a
partir de investigaciones botánicas en los diversos ambientes naturales del
país.
Descrito de manera prosaica, el diseño del JBM
incluye las siguientes áreas: 1) Zonas de vida, como: región guajira, llanos
venezolanos y bosque húmedo de la América tropical, interconectados por una red
de lagunas y cursos intermitentes de agua. 2) Colecciones especiales: crassuletum (único en el mundo por sus
dimensiones, valor artístico y botánico), botánica económica, monocotiledóneas
arborescentes, conservatorio, trepadoras, plantas acuáticas, flora exótica y
árboles de corteza ornamental. 3) Cuadro filogenético del reino vegetal: recorrido
didáctico por la historia del reino vegetal desde la casa de los helechos,
hasta el orquideario 4) Zona de reserva del bosque autóctono de la planicie de
Maracaibo 5) Centro hortícola: receptor de colectas de excursiones botánicas,
propagación, herbario, biblioteca. 6) Escuela de horticultura ornamental, única
en latinoamérica 7) Zona de recreación, destinada a la apreciación e
interpretación de la naturaleza nativa, dotada de la zona de juegos de niños
(Castillito), café del jardín, baños, bancos, mesas de ajedrez, laguna de los
lotos, paseos.
No obstante, más allá de unas áreas listadas de
forma nominal y segmentada del JBM, e incluso más allá de una descripción ilustrada
de los principios de articulación y componentes de diseño generales de un
jardín botánico, tal y como concebidos por Burle Marx, el jardín botánico por
sí mismo es una tipología paisajística de larga duración histórica, que nos
hace cuestionar: ¿Qué estaba y está en
juego en un jardín botánico donde la fragilidad institucional, las transformaciones
artístico-botánicas constantes y las ambigüedades de la lectura de la
composición, retan la concepción e implementación de un plan de preservación de
larga duración? ¿Cuál es el aporte artístico-cultural actual del Jardín
Botánico de Burle Marx como paisaje cultural?
Un jardín botánico es hoy una institución que
alberga en un área determinada y documenta una colección de plantas vivas para
la investigación científica, conservación, exhibición, educación y recreación.
Esta tipología paisajística, vista en retrospectiva, data de por lo menos cinco
siglos de historia y va desde el orto botánico de Pisa (1544), el de Florencia
(1545), jardín medicinal de Padova (1545), hasta el futurístico proyecto
de exhibición botánica conocido como "El Edén" (2000). Debido a la
complementariedad existente entre la obra de diseño y la obra escrita, una de
las posiciones que ocupa el tiempo de análisis es el trabajo de renovación de
Jardín Botánico de Puerto Rico de James Corner (2009). En texto y proyecto,
Corner reivindica la idea de un Botanical
Urbanism como estrategia para la preservación y reinvención del jardín
botánico en el siglo XXI, en tanto que tipología paisajística de larga data.
Corner pone en evidencia cómo las relaciones entre
la escala del jardín botánico y de la ciudad son evidentes, a partir de la
evolución de los elementos formales del jardín. Así, el jardín botánico aparece
como una especie de modelo reducido del mundo, es decir, como si se tratara de
un proceso de transfiguración del mundo en jardín botánico. Ante tal noción de
modelo reducido, el jardín botánico sería el resultado de un proceso de conocimiento
sintético y no analítico, es decir, un gran viaje a la inmensidad contenida en
la pequeña escala de un jardín que es metáfora de su mundo. Por ejemplo, Corner
nos explica cómo la ciudad reticulada recuerda la estructura clásica de los
rosales, los jardines radiales del barroco parecen preceder la ciudad del Barón
Haussman, los alineamientos jerárquicos en forma de árbol pueden ser
relacionados con la organización racional de las ciudades bajo los mecanismos
de zonificación, entre otros. La propuesta para el Jardín de Puerto Rico invita
a leer entre líneas que, la operación de supervivencia es solo posible si las
estructuras y componentes del jardín se transforman, expanden y reconectan con
la escala del paisaje urbano. Si bien la transfiguración de escala subyacente
en el trabajo de Corner, son en principio basadas en la extensión de las
estructuras formales del jardín histórico, también es cierto que la proposición
de desarrollo en etapas y capas, permitiría el avance progresivo de una
conectividad ecológica.
Esto último deja abierta la posibilidad de conectar
tal visión de transfiguración de una escala a otra, con aquella de un Burle
Marx que se interesa por la lectura de las plantas como comunidades organizadas
en provincias botánicas, que corresponde a los paisajes regionales donde se implantan
sus jardines científicos. El rol de lo formal de armaduras botánicas, los
sistemas de lagos y lagunas, representan la articulación programática del
paisaje y la producción de conocimiento a partir de enclaves botánicos. Todo
esto en el marco del nuevo impulso que en el ámbito paisajístico global existe por el
redescubrimiento de la obra del maestro brasileño, más allá de la bien
documentada contribución a la creación de una estética del paisaje tropical[5],
y cerca de una lectura original sobre la riqueza y complejidad de la obra en el
campo de la ecología. Es allí en ese enfoque
emergente e innovador sobre el legado de la obra de Burle Marx, como transición
de lo moderno a lo ecológico[6],
donde el Jardín Botánico de Maracaibo, ofrece quizá la oportunidad de
contribuir, con humildad, al gran debate, al tiempo que encuentra para sí un
futuro sustentable.
He aquí las interrogantes que orientan el
desarrollo de los argumentos operativos y la puesta en acción reflexiva del Plan de Rehabilitación Integral (2009). Un plan diseñado por
quienes escriben como resultado y puesto en acción por un equipo que, aún en circunstancias de clandestinidad legal, permanece
comprometido con la preservación del jardín. Dicho grupo está liderado por François
Galletti como Presidente de la Fundación JBM y Carla Urbina como Directora
Ejecutiva, con la participación de Pablo Emilio Colmenares, Jesús Lombardi,
James Silvester, Ricardo Vargas Montiel y David Morales; la coordinación de
campo de Juan Marrufo, la Coordinación de Medios de Daniel González y la
asesoría técnica de Fernando Reyes, Jackie Pérez, Lourdes Peñaranda y María Villalobos.
Todos junto a la asesoría general de Alicia Ferrer, quien trae consigo al
presente, el conocimiento y la determinación de los maestros creadores.
El Plan de
Rehabilitación Integral (2009), tal y como presentado en el Congreso
Internacional de la IFLA en Río de Janeiro (2009), ha sido articulado para
permitir una doble lectura. De forma horizontal, el plan articula la acción, a
partir de tres exploraciones. En primer lugar, bajo el título de "Indispensable
Belleza", se reflexiona y
diseñan las acciones de restauración del patrimonio botánico-artístico. En
segundo lugar, enmarcado en la especulación sobre lo que significan las "Sinergias
Sistemáticas", se determinan los criterios necesarios para la
rehabilitación de la infraestructura y servicios destruidos por actos
vandálicos, tomando en consideración el aporte y pertinencia del uso de nuevas
tecnologías en temas de desempeño sustentable. En tercer lugar, se explora la
noción de "Libertades Alternas",
con el objetico de disipar la potencial sombra de obsolescencia
programática que pudiera cubrir el jardín botánico como tipo paisajístico. Se
persigue, de esta forma la redefinición del rol del jardín, según los
requerimientos actuales de espacio público metropolitano. Así como también, se
reflexiona sobre el tipo de adaptación e inclusión de nuevos mecanismos de
acceso, divulgación, organización y conexión.
De manera
transversal, el plan se ocupa del jardín botánico como paisaje cultural de
larga duración histórica, a partir de dos líneas de pensamiento. En primer
lugar, enmarcado en una reflexión sobre una posible "Ciudad Botánica",
se plantea el jardín botánico, como un sistema de relaciones que escapa a su
física. Así, la conciencia sobre la evolución de jardín botánico desde sus
orígenes renacentistas como "microcosmos del universo" (en tanto que
síntesis del mundo), permite la toma de decisiones del día a día en un jardín que
no es entendido como producto inalterable del arte y la ciencia. Se trataría
pues de ese jardín botánico cultivado por Burle Marx como uno de permanente
inestabilidad. Es decir, un proceso creativo sensible a las transformaciones
constantes de las relaciones entre los seres que le dan vida, las condiciones
de los ámbitos en los que dichos seres viven y las actividades que estos
realizan, en una escala vasta y abierta en términos de espacio y de tiempo. En
segundo lugar, la lectura transversal del plan incluye la idea de los "Cultivos
colaborativos", de manera que los diferentes procesos necesarios para la
consecución de las estrategias horizontales, celebren la orgánica formación de
alianzas hibridas entre el sector público, privado, académico, artístico, más
allá de dicotomías políticas y sociales. De forma que el estudio y la vida en
el JBM, acerque a un sistema en el que naturaleza y hombre, arte y ciencia,
unos y otros, se reconozcan como ecologías y no como dicotomías. Se trataría
entonces de una gestión de preservación de lo artístico-botánico que incumbiría
no a una improbable condición original, sino a todos sus precedentes y
sucesivos instantes, seres y usos; lo histórico incluiría dentro de sí la transformación
por venir y se presentaría a la vez como prototipo de él mismo y como su
transformación en el tiempo.
3. RESULTADOS.
EL JBM COMO UNA UTOPÍA OPERATIVA EN MOVIMIENTO
Fruto de los
esfuerzos de diseminación en el mundo académico nacional e internacional y la
organización de actividades y eventos en la ciudad de Maracaibo, entre otras
acciones, hicieron posible la restructuración administrativa de la FJBM en
septiembre del año 2011 y hasta la actualidad. A partir de ese momento, el
nuevo grupo directivo adoptó como guía de acción el Plan de Rehabilitación
Integral (2009). Dicho Plan, hasta el momento ha servido como guía y a la vez
de ser alimentado por las experiencias, ha permitido, no sólo asegurar notable
exposición internacional y premios regionales y nacionales, ha incrementado la
atención en medios de divulgación, así como el apoyo y aporte mixto, a través
de la figura de #AmigosDelJardín. La reapertura del jardín en el mes de
noviembre del año 2013, se concibe en el Plan, no como punto final de un
proceso, sino como primera fase de una rehabilitación en movimiento.
Hoy este
movimiento dirigido por el renovado equipo gerencial, puede contar que la "Indispensable
Belleza" representada por el Crassuletum, en la laguna de los Lotos y
la zona de árboles de corteza ornamental, ha vuelto a la vida ; la yucca filamentosa no cubre ya el área
destinada al Cuadro Filogenético y el proceso de diseño para su restauración
esta en marcha. Las "Sinergias Sistemáticas" continúan ocurriendo con
la rehabilitación de caminerías, habilitación de los
itinerarios de circulación peatonal y apreciación de las especies botánicas,
puesta en funcionamiento de los sistemas de agua. El trabajo por la
construcción de "Libertades Alternas" ha
permitido la puesta en servicio la Ruta Ecológica de Maracaibo, la cual enlaza
diferentes atractivos ecológicos de la ciudad y permite a la ciudadanía el
acceso público al JBM; la ruptura de la melancólica soledad que
invadía al jardín, gracias a sus más de 500 vistantes por fin de semana, sus 1695
Facebook likes, 2811 seguidores en Instagram, 1162 seguidores en Twitter, que
marcan una influencia Klout del 62% y los más de 100 voluntarios estudiantiles
y comunitarios[7].
Actualmente,
la zona de juegos infantiles, está siendo restaurada. El
Castillito, es una de las obras insignes del JBM, tanto por su valor estético,
cultural, recreativo, social y funcional, como por ser una de las pocas obras
civiles de juegos, desarrolladas por Burle Marx que aún hoy siguen en pie en
Latinoamérica. Es así, que la intervención rigurosa en el rescate de esta zona
tiene una repercusión, local, regional, nacional e internacional. El espacio helicoidal de usos
múltiples, es una de las estructuras arquitectónicas más complejas del JBM y de
los principales atractivos recreativos. Los espacios de juegos, toboganes,
escalinatas, mirador, anfiteatro central, aulas de clases al aire libre,
espacios de escalada, volverán a estar abiertos para el disfrute de todos en el 2do trimestre del 2014.
4. CONCLUSIONES
EL JBM MAS
ALLÁ DE SUS MUROS
Más que una
conclusión, una reflexión, un punto de vista, una forma de vivir. El jardín
botánico que Aristeguieta y Burle Marx, es no sólo patrimonial en sí, sino que
visto en prospectiva es un sistema paisajístico de comportamientos físicos,
botánicos y programáticos, capaces de guiar no la preservación de un punto en
el espacio y en el tiempo, sino de un territorio, de un paisaje urbano, en
constante cambio.
Tanto para
Burle Marx como para Aristeguieta, uno de los roles mas importantes de los
jardines botánicos, era el materializar grandes líneas de una política de
preservación de la riqueza natural. La provincia dedicada a la protección del
bosque seco en del jardín de Maracaibo es, sin duda, un claro gesto de esta
convicción del jardín como defensor y protector de las riquezas botánicas en el
tiempo. Hoy por hoy, el
JBM se convierte en el principal remanente de la cuenca del Lago de Maracaibo.
Situación que expone el gran valor ecológico cuando comprendemos que el Bosque Seco
es uno de los ecosistemas más amenazados en Sudamérica.[8]
La labor
ecológica del JBM no se mantiene allí, es por eso que su rol de preservación,
reproducción y propagación de especies endémicas y adaptadas al clima debe ser
uno de sus principales objetivos, de tres formas concretas. En primer lugar, se
sugiere la visualización del jardín a la escala del paisaje urbano como un
mecanismo pedagógico, frente la inestabilidad institucional de gran escala. En
tal sentido, resulta clave la transfiguración del comportamiento de las macro
provincias botánicas del jardín hacia la escala de las macro zonas urbanas,
expandiendo y fortaleciendo los hábitats endémicos. En segundo lugar, apreciar
el jardín como un juego artístico, capaz de dar sentido a las transformaciones
botánicas y estéticas de un paisaje urbano inestable. Esto ocurriría mediante
la extensión de las armaduras botánicas o sistema de lagos y lagunas del
jardín, en términos de continuidad y conectividad artístico-botánica, hacia el
la paisaje urbano de quebradas hasta el lago. En tercer lugar se proyecta al jardín como sistema de comunicación de la
inestabilidad de la naturaleza, como facilitador de la inteligibilidad del
paisaje, ante el reto que supone la ambigüedad de lectura de la composición
formal y de la experiencia cognoscitiva-artística. De forma tal que la
restauración y redefinición de enclaves botánicos o puntos de especialización
botánica, como centros de atracción en la ciudad, favorezca la relación de
comunicación entre lo vivo, tanto en el jardín como en el paisaje urbano de la
Ciudad de Maracaibo.
Finalmente, recordemos que es Aristeguieta
quien pública La Ciudad de los Árboles (1995), como parte de la creación del
último jardín botánico construido en Venezuela en 1995, y dedicado al estudio
de la vegetación del Delta del Orinoco. Una obra que desde su título advierte la
ambición de una suerte de Ciudad Botánica, de Mundo Botánico. Sería este un
mundo al que llegar desde los jardines de Roberto Burle Marx y las utopías
operativas de Leandro Aristeguieta; uno en el cual el arte y la ciencia viven
en la armonía propia de la búsqueda constante de equilibrios inéditos.
En nuestro
caso, el trabajo se realiza no desde la dualidad de quien investiga y quien
diseña, sino desde la multiplicidad de quien documenta y sueña, analiza y
proyecta, propone y ejecuta. Con todas las dificultades e indeterminaciones que
tal multiplicidad trae consigo. Así como también, con toda la precisión que da
un método de observación y análisis que se enriquece de la interacción entre
seres vivos humanos o no. Se trata pues de una mirada que valoriza el tiempo.
Un tiempo hecho de reinicios constantes y de lecciones que permiten el avance
en claridad y substancia. Allí, donde lo único inevitable es ser parte del
ahora de un jardín botánico —microcosmo percibido de manera sintética—, así
como de un paisaje urbano —macrocosmo examinado con actitud analítica—, en los
que la única "ambigua melancolía" parece ser la humana, por que lo
no-humano no espera evaluaciones científicas ni evasiones artísticas para
crecer, florecer, morir y crecer de nuevo; donde la vida en el jardín botánico
de Roberto Burle Marx nos ha llevado desde la inicial "ambigua melancolía"
que sacude a quien quiere entender, hasta la actual saudade do futuro que seduce a quien se afana por un mejor futuro.
5. AGRADECIMIENTOS
Si es de agradecer, el máximo
agradecimiento es a esta tierra y sus paisajes, que vinculan al hombre y la
naturaleza. Esa naturaleza que sale en las postales, pero llevamos en nuestra
pasión. Paisaje al que tenemos que respetar y rendir tributo, extendiéndolo al más
mínimo rincón de nuestro vivir diario, sea en el campo o en la ciudad. A los
maestros que: evidenciaron que nacemos y formamos parte del ecosistema, que la
segregación no es natural, y es nuestra misión trabajar en pro del sistema; que
el valor de la vida sobrepasa cualquier ambición, vandalismo, invasión, robo;
que el conocer te hace preservar. A los amigos, porque entre amigos como lo
fueran Aristeguieta y Burle Marx, Ferrer y Reyes, Faria y Morillo, Portillo y
Rivas, Villalobos y Urbina, Galletti y los Amigos del jardín, con valores
comunes, tomando el viento en contra como mecanismo de empuje, se logran buenas
andanzas.
[1] Burle Marx, Roberto, Arte & Paisagem. Conferências Escolhidas, São Paulo, Nobel, 1987, p. 100.
[2] Oliveira, Ana Rosa, « Bourlemarx ou Burle Marx? », en Arquitextos, São Paulo, Vitruvius, 2001, 02 (13), p. 01.
[3] Rizzo, Giulio, Il gardino privato di Roberto Burle Marx, il Sitio. Sessant'anni dalla fundazione. Cent'anni dalla nascita di Roberto Burle Marx, Roma, Gangemi, 2009.
[4] Vaccarino, Rossana, « Interpreting and preserving the work of Roberto Burle Marx: in search for new approaches », en Paisagem ambiente : Ensaios, São Paulo, 2002, No. 16, p. 9-41.
[5] Si bien son muchos los autores que se refieren de tal forma a la obra de Burle Marx, dado el contexto del centenario ligado a la exposición que conmemora el centenario del maestro, se sugiere la lectura de :
Rother, Larry, « A new look at the multitalented man who made tropical landscaping an art » en New York Times, New York, 2009, 01-21, p. C1.
[6] Esta noción de transición de lo moderno a lo ecológico es originalmente planteada Jacques Leenhardt. Para mayor detalle se sugiere la lectura de :
Leenhardt, Jacques, « Du modernism à l'écologie », en Roberto Burle Marx. La modernité du paysage, Barcelona/Paris, Actar y Cité de l'architecture, 2011, p. 57-62.
[7] Cifras de abril, 2014
[8] Larreal, Junior, « Squamata reptiles of a fragment of tropical dry forest », en Check list. Journal of species lists and distribution, Viçosa, 2012, 8 (6) : 1220-1224.
6. REFERENCIAS
Barrios, A. (Marzo de 1981).
Leandro Aristeguieta. Llego la hora de sembrarcujies en la ciudad de la eterna
primavera. El Nacional .
Burle Marx, Roberto, Arte & Paisagem. Conferências Escolhidas, São Paulo, Nobel, 1987.
Comité de
la 16th Convencion de Patrimonio Mudial, « History and Terminology »,
en Cultural Landscapes, New York, Unesco, 1992.
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Corner,
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